martes, 4 de marzo de 2014

Porque hay veces en las que las palabras no aclaran nada.

La abrazó. Y aguantó los puñetazos que le dio en el pecho para separarse y hacerse la fuerte. La apretó fuerte contra su pecho, y siguió cuando empezó a llorar. Puede que en ese momento la abrazara incluso más fuerte. Dejó que derramara contra su hombro todo lo que quería decir, pero que no podía porque no era de las que molestaban a la gente con sus problemas. La dejó revivir los recuerdos, aunque dolieran, porque sabía que era mejor para ella hacerlo ahora. La dejó dejar marcas de uñas en sus brazos, por la rabia de no haberse podido despedir. Y la dejó porque sabía lo que ella sentía.
Porque él también estaba roto.

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